domingo, 20 de noviembre de 2011

Soledad o el fin de los medios

Por Jorge Palant
“Soledad” es el primer nombre de Soledad María Rosas, una muchacha argentina a la que el azar llevó a cumplir un destino tan inesperado como escrito en papeles inescrutables. La historia de Soledad es la que escenifica “El Colectivo. Actores y creadores”, punto de partida (quizás y ojalá) de un grupo que define su proyecto a partir de “(…) una convicción de que hay que hacer teatro porque hay historias importantes que contar”.
El texto recorta momentos de la vida de Soledad apelando a una máxima economía, la necesaria para obtener, de un relato, la suficiente fuerza dramática. Y lo consigue. Una muchacha de 23 años de clase media presumiblemente alta, (¿podría suponerse por ese campo en el que ella y su hermana montaban a caballo?) una carrera de Hotelería terminada y una perspectiva de vida en la que no asoman ni fantasías definidas ni expectativas claras de ciertos pasos a seguir. Lo que sí enfatiza el texto es el deseo de los padres de que Soledad viaje a Europa. Y que conozca el viejo mundo en su dimensión más difundida, París, la Torre Eiffel, las góndolas venecianas, el Coliseo Romano. De esa manera Soledad llega, después de un breve recorrido, a Turín, y esa ciudad será el punto en el que el azar habrá de superponerse con el destino: encuentros casuales, búsquedas domiciliarias que la llevan a compartir vivienda con Ocupas italianos, ligados entre sí por expectativas anarco-ecologistas. (La acción transcurre entre 1997 y 1998, tiempo de acción del grupo “Lobos Grises” sobre el tren de Alta Velocidad en el norte de Italia) En ese espacio Soledad descubre el amor y una militancia que pagará con la vida: sólo ocho meses bastaron para que el arco de su vida se cerrara: el suicidio de quien fuera su pareja y el suyo propio, (poco tiempo más tarde) en cárceles italianas, generaron un movimiento de repudio de gran parte de la ciudadanía. Hubo gritos, llantos y puños alzados en medio de cánticos fácilmente reconocibles en nuestras latitudes. Un punto de absurdo hace que la detención de Soledad se realice “porque para detener personas en un allanamiento la justicia italiana necesita tres como número mínimo”. Había dos implicados. La tercera, para que la regla se cumpliera, fue Soledad. De nada bastó que los padres de la muchacha demostraran que las acciones por las que la acusaban estaban fechadas en un tiempo en el que Soledad todavía estaba en Buenos Aires. El único sobreviviente de los tres detenidos quedó finalmente libre por falta de pruebas en su contra. Pero los muertos no reviven, en tanto el Estado punitivo se da el aval de manipularse a sí mismo y lamentar, a veces y para la prensa, los “daños colaterales” que produce.
Lo que el “Colectivo” consigue con esta historia es encomiable. Hay una línea definida entre el texto, la actuación y la dirección. Esta última eligió dividir la modalidad del relato en dos partes: lo que se dice desde un cierto naturalismo y lo que expresa en tono de farsa. Este reservado a las escenas (después de los arrestos y durante los juicios) por las que transcurren el periodismo y las distintas instancias de la justicia italiana. El naturalismo, mínimo, sin soslayar la actuación, sostiene el texto de los tres jóvenes detenidos y la relación (muy conmovedora en la escena de la cárcel) entre Soledad y su hermana. No acompañamos a la dirección en la inclusión de los padres de la joven en la tonalidad farsesca. Sugiere una identificación con la prensa y los poderes del Estado no justificada escénicamente e impregnada- conjeturamos- de un cierto prejuicio a partir del estamento burgués de la familia.
Un espectáculo digno de verse, en tanto consigue ir más allá del entusiasmo de teatristas jóvenes y transmitir una historia con las mejores armas de las que el teatro dispone: la palabra, el silencio y el movimiento de los cuerpos en la escena.

Ficha técnica
Título: Soledad o el fin de los medios. Texto, producción y dirección: Colectivo Cabula Teatro
Elenco: Ana Lucía Porta, María Del Valle Pereyra, Natalí Gaskins Rosado, Otti Salas, Pablo Andrés López, Samuel Olivares, Ulises Levanavicius
Reposición: marzo de 2012, sala a confirmar.

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